dimarts, 27 de novembre del 2012

HISTORIAS DE TERROR (III)

HORA DE IR A DORMIR (Por Pablo Adrián, de 1ºB)

Dos niños dormían juntos en una litera. Eran dos hermanos y uno le sacaba cinco años al otro. El hermano mayor quería dormir solo y tener su propio cuarto y así fue: consiguió dormir solo y tener su propio cuarto. El hermano menor, al quedarse solo, tenía que decidir dónde dormir y pensó que sería mejor dormir en la litera de arriba. La primera vez que durmió solo, no sabía que esa noche iba a ser una de las peores de su vida.

Eran las diez cuando se fue a dormir. A mitad de noche se despertó sin saber la razón que le había quitado el sueño. Notó que había algo en su cuarto y que ese “algo” estaba en la cama de abajo y hacía ruido como de sábanas moviéndose. El niño no se atrevía a mirar abajo y al final gritó. Sus padres fueron corriendo y le preguntaron qué había sucedido, pero él no supo que responder.
Al día siguiente se fue por Turís a jugar pero estuvo todo el día intranquilo. Cuando estaba cerca de su casa, miró hacia la ventana de su habitación y vio una sombra que le parecía estar observándolo. Cuando llegó la hora de ir a dormir, el niño se fue armándose de valor a la cama, pero dejó la puerta abierta por si acaso. Sin embargo, su padre, cuando pasó por allí la cerró.
A partir de ese momento no pudo dormir y se quedó hora tras hora esperando lo peor. Al final volvieron los ruidos y escuchó pisadas y vueltas y vueltas de las sábanas. Aún así, no llamó a sus padres y aguantó hasta el amanecer.
Las noches siguientes no solo sentía pisadas sino que notó una mano fría que intentaba cogerlo. También sentía golpes debajo de su colchón y, al final, él, de rabia, pegó un golpe fuerte a su propia cama. En ese momento sintió que un espectro lo estaba mirando cara a cara y por poco no se desmaya del susto.
Al día siguiente decidió quitar las sábanas del colchón de abajo y puso todas sus cosas encima, pero tan solo consiguió empeorar las cosas.
Llegó la noche. Él estaba impaciente y tremendamente asustado. Había calculado el tiempo que tardaba el espectro en ir a por él, pero esa noche tardó mucho más de lo normal. Sin embargo no faltó a su cita. De repente, lo sintió en su propia cama abrazándolo, pero él, llorando, lo soportaba. El espectro le puso una mano fría encima. Él intentó quitar la mano y sintió un tirón hacia la pared. Entonces vio como fuera empezaba a amanecer, pero el espectro siguió intentado tirar de él. Cada vez el niño se sentía más apretujado y entonces entendió que el espectro se lo intentaba llevar a través de la pared; pero el niño se agarró con todas sus fuerzas a la cama y aguantó hasta que amaneció.
A la mañana siguiente le contó a sus padres lo sucedido y decidieron arrastrar la litera a la otra parte de la habitación. Por la noche, por si acaso, sus padres durmieron con él en la habitación. El niño notó cómo el espectro lo miraba con rabia, pero no pudo hacer nada. De todos modos, por razones obvias, toda la familia decidió mudarse.

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