Alejandro Ruiz Tarín es estudiante de Traducción e Interpretación, en la actualidad en la Universidad de Viena, finalizó el bachillerato en el curso 2010-2011 en el IES Torís y hoy nos contesta a unas preguntas.
¿A qué te dedicas en la actualidad?
Me dedico, básicamente, entre otros pasatiempos y necesidades básicas, a aprender y empaparme de todo lo que pueda; especialmente a desentrañar los entresijos de la comunicación intercultural como estudiante de Traducción y Mediación Interlingüística en la Universitat de València y actualmente me encuentro realizando trabajo de campo en Viena gracias a una beca Erasmus.
¿Qué recuerdas de tu paso por el instituto?
Mi paso por el instituto fue, como para todos, una época de enormes cambios tanto a nivel académico como personal. Recuerdo con mucho cariño a grandes profesores y compañeros; y, en general, me traje conmigo lo que empezó siendo una pequeño saquito y acabó siendo una maleta cargada de buenos recuerdos y una rica amalgama de experiencias (de balance positivo) que me han ayudado en gran medida a construir y determinar lo que soy hoy en día.
El ex alumno entrevistado |
Disfruté especialmente mi último año en el instituto, en el que la implicación y el interés de los profesores, algunos tan primerizos en su tarea de preparadores de PAU como nosotros en la de examinados, eran directamente proporcionales a los nuestros y se podían palpar claramente en el ambiente. También me gustó mucho más el temario, que se ajustaba bastante más a mis intereses que lo que habíamos dado hasta la época. Recuerdo no tan gratamente la horrible sensación de tener el Tribel tan cerca y no poder aprovecharlo, pero eso lo dejamos en el plano anecdótico (ríe).
¿Consideras que el instituto te ha aportado cosas que te han servido para tu carrera?
Por supuesto. Lo primero que aprendí como estudiante de Traducción fue que cualquier cosa que hubiese aprendido hasta la época, así como todo lo que aprendiese a partir de ese momento, podría ser crucial en cualquier punto de mi carrera. Además, para eso está la educación secundaria, para sentar las bases que nos ayuden a empezar a entender el mundo y que nos posibiliten, en algunos casos como es el mío, acceder a la universidad.
¿Qué es lo que más te gusta de tu carrera?
Me fascina especialmente la parte de mediación intercultural; aprender a entender otras culturas y indagar en aspectos de género, raza, clase, sexualidad, poder, etc. y como utilizamos las lenguas para darles forma y sentido a estos elementos en cada comunidad.
Tú que has sido estudiante en la Universitat de València, y también de la Universidad de Viena, ¿qué opinas de ambas?
El principal problema que le encuentro a la Universitat de València es que, aunque cuenta con grandes docentes e investigadores entre sus filas, está estructurada al mismo tiempo de forma muy rígida y deja muy poco espacio al estudiante para elegir qué camino le gustaría tomar y cómo. En la Universität Wien me he encontrado con mucha más libertad para escoger entre un enorme abanico de asignaturas que, aunque cubren los mismos aspectos generales se centran en distintos enfoques que ayudan a hacer la asignatura mucho más atractiva, puesto que el alumno tiene la libertad de escoger la que mejor se ajuste a sus intereses.
¿Qué te parecen los recortes en educación que privan cada vez a más gente de las becas Erasmus?
Me parecen insultantes y corrosivos. Insultantes porque mientras que todas las medidas que están tomando nos están condenando al ostracismo, privando así a España de una generación de gente muy preparada, con inquietudes, con ganas de cambios, de apertura… Mientras hacen todo esto, nos arrebatan una oportunidad única que juega un papel determinante a la hora de poder comprender la Europa a la que nos veremos obligados a escapar en un futuro no muy lejano. Y corrosivos porque demuestra una vez más que son capaces de sacrificar cualquier cosa en aras de perpetuar la estabilidad de un sistema que ha demostrado estar corrompido y putrefacto hasta límites inadmisibles. Mientras alegan motivos económicos, nos están privando de una formación indispensable para entender el contexto globalizado en el que nos encontramos, para comprobar que la capacidad, el ímpetu y las ganas de trabajar no las determina el suelo en el que naces ni un simple gentilicio en el DNI; nos están arrebatando la oportunidad de ver cómo caminan hacia la tolerancia y el respeto los distintos países que conforman la comunidad europea mientras nosotros retrocedemos a un ritmo vertiginoso, en algunos casos, como el tema de los derechos de la mujer, hasta el siglo pasado. Así pues bajo un manto de falsos intereses económicos se esconde un calculado proyecto de reconversión de las futuras generaciones españolas en una panda de títeres que soporten estoicamente las decisiones de una elite plutócrata que los maneje a sus anchas.
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