A lo largo de esta evaluación, el Departamento de Castellano ha organizado una pequeña competición de relatos que tenía que ver con el desarrollo de textos narrativos (normalmente cuentos o leyendas). Como coincidía con el día de todos los santos, muchas tenían cierto aire terrorífico o fantástico y muchas eran realmente interesantes. Os dejamos aquí algunas de las finalistas:
ALMAS PERDIDAS
Por Beatriz González, 1ºD
Hace muchísimos años sucedió esta extraña historia en Godelleta. En una clase eran ocho niñas y ocho niños que, por suerte, pudieron hacer una excursión al campo hasta las siete de la tarde. Cuando volvieron todos, el tutor los dejó en la plaza Mayor, donde había luz gracias a las velas y podrían estar más seguros. Después de irse el profesor, cuatro de los alumnos se pusieron a jugar y se fueron corriendo de la plaza hasta llegar a un viejo puente que había en las afueras del pueblo. Al llegar, vieron que estaban perdidos. Los cuatro chavales
se pusieron encima del puente y se tumbaron para ver lo que había debajo. Entonces descubrieron que debajo de unos zarzales había un pasadizo amplio y largo al que decidieron bajar. Treparon por un montón de tierra hasta llegar a una puerta de madera tapada con piedras y zarzales. intentaron abrirla pero no pudieron así qeu decidieron volver a sus casas cuando se llevaron la gran sorpresa de que no se podía subir al puente porque estaba resbaladiza la tierra y, además, estaba todo oscuro y no veían nada, así que decidieron dormir allí.A la mañana siguiente, vieron todos que faltaba uno y se pusieron a buscarlo hasta que se dieron cuenta de que su esqueleto estaba detrás de la puerta. Decidieron entrar y comprobar lo que había allí dentro cuando, del techo, se abalanzó una persona sobre ellos y los ató. Era una vieja anciana, tenía verrugas y muchas canas. Después de estar allí unos quince minutos, aparecieron más ancianas como ella. Había cinco en total. Los miraron de reojo y una de ellas dijo:
- Le toca a él.
Las demás ancianas lo cogieron y lo metieron en una jaula llena de lobos hambrientos, mientras ellas invocaban una poesía de almas:
Alma de los muertos,
alma de los vivos,
antes de irte al infierno,
ven aquí conmigo.
Los lobos se comieron el cuerpo, mientras tanto se veía cómo el alma del niño salía del cuerpo y se adentraba en una caja desde donde, al abrirla una de las ancianas, se escuchaban gritos de gente. A la mañana siguiente no quedó ninguno de los cuatro. Los padres y madres estuvieron buscando a los niños durante mucho tiempo, hasta que decidieron olvidarse de ellos. Al año siguiente, cada padre soñó con que su hijo le pedía ayuda y así durante todas sus vidas.
EL MISTERIO DE LA PIZARRA
Por Celia García Navarro, 1ºB.
En un pequeño pueblo de la provincia de Valencia llamado Carrión, había un colegio que apenas tenía ochenta alumnos. Una de las alumnas se llamaba Marta. Le gustaban mucho los misterios y las aventuras. Un martes de mañana el profesor había mandado trabajo y todos estaban muy callados haciéndolo, cuando de repente, en la pizarra, apareció un mensaje en el que ponía: "Os estoy viendo". Todos pensaron que había sido una broma pesada de algún compañero. Aunque Marta tenía intriga por saber quién lo hizo.
Al día siguiente pasó lo mismo, el profesor puso trabajo, todos lo hacían y, de nuevo, apareció un mensaje en la pizarra en el que ponía: "¡Vaya, sí que tenéis deberes!" Todos los niños callaron y empezaron a asustarse, al acabar la clase Marta decidió quedarse a investigar, pero lo único que encontró fueron unos trozos de queso.
Pasaron los días y seguían apareciendo distintos mensajes, hasta que un día por la tarde, una hora antes de que cerraran el colegio, Marta se quedó mirando el aula por una pequeña rendija de la puerta.
Al cabo de un rato apareció por un hueco de la pizarra un diminuto ratoncito, entró a la clase, cogió un trocito de tiza y, ¡se dio cuenta de que aquel ratoncito sabía escribir! Marta echó una carcajada, el ratón no comprendía por qué, ella se lo explicó todo a él y a sus compañeros y todos se asombraron.
Al final, el ratón se fue a vivir con Marta muy contento.
UNA GRAN AVENTURA
Por Gema Montiel, 1ºC
Estaba en casa solo y de pronto sonó el timbre. Me acerqué a la puerta y abrí, eran mis nietos.
-¿Que hacéis aquí?- pregunté.
- Tenemos que hacer un trabajo y necesitamos tu ayuda, ¿nos ayudaras?
- Claro, pasar.
Pasamos al salón y nos sentamos.
-¿De qué trata el trabajo?
-Tenemos que contar una historia sobre algo que haya hecho algún familiar.
-Creo que tengo la historia perfecta.
“Ocurrió cuando yo tenía 16 años, esa tarde habíamos quedado para hacer una excursión con las bicis pero a mitad del camino se puso a llover.
Entramos en una cafetería para refugiarnos, estaba totalmente vacía, a excepción de un anciano.
No lo habíamos visto nunca por el pueblo así que le preguntamos si era de aquí, nos respondió que no, que vivía en las montañas.
Nos pareció algo increíble y le preguntamos si le gustaba vivir en las montañas, dijo que sí porque allí ocurrían cosas increíbles pero que se sentía muy solo.
Uno de mis amigos dijo qué ocurría y él nos dijo que había una especie de animal que vivía por allí, que muchas noches lo oía andar por las montañas, y al día siguiente veía las huellas en la nieve.
Había dejado de llover y quisimos retomar nuestra excursión así que nos despedimos y salimos del bar.
Pasada 1 hora paramos a descansar.
-¿Qué haremos estas navidades?
-No sé, ¿y si fuéramos a ver si es cierta la historia de ese animal?
Nos pusimos a hablarlo y decidimos ir en las vacaciones de navidad.
El 27 de diciembre partimos a nuestra gran aventura, preparamos mochilas, sacos, provisiones, etc.
Como no sabíamos cuanto tiempo íbamos ha estar fuera cogimos todo lo que pudimos y nos pusimos en marcha.
No sabíamos muy bien a donde nos dirigíamos así que empezamos a subir hacia las cuevas. Fue muy difícil ascender porque cada vez había más nieve y hacia mas frío. Al día siguiente 3 personas del grupo decidieron volver, pues se les hacía muy difícil.
El resto seguimos con la expedición, cada día éramos menos hasta que pasada una semana solo quedamos 2, Pedro y yo.
Empezamos a pensar en abandonar nosotros también, pues se acababan las provisiones. Estuvimos dándole vueltas hasta que un día Pedro murió. Me desperté y fui a despertar a Pedro pero no se movía.
Me puse muy triste y me dispuse a bajar cuando vi la bandera del primer campamento que montamos y me di cuenta de cuánto había conseguido subir. Así que recogí y seguí subiendo.
Después de 2 días un ruido me despertó en la noche, salí de la tienda y a lo lejos vi una gran sombra. Me acerque y vi que era como un oso cubierto de pelo blanco y lo llamé El Yeti.
Pensé que sería el animal del que me habló el anciano y comencé el descenso.
Estuve bajando 4 días hasta que cuando llegué al campamento base me desmayé y me desperté en una cabaña y en un sillón estaba el anciano que nos había contado la historia.
Le conté todo sobre nuestra expedición y que había encontrado al Yeti y desde entonces todas las vacaciones fui a visitarle.”
-¿ Os ha gustado la historia ?- les pregunté a mis nietos.
-Claro, ¡es la mejor historia que he escuchado nunca!
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